Tuesday, June 17, 2008

Sobre la resurrección



Respecto a la resurrección rigen en la actualidad tres teorías discrepantes.
La primera plantea que la resurrección será en cuerpo y alma. No importa si el cadáver desapareció, fue cremado o sus huesos están dispersos. En el día señalado, el alma volverá a la tierra, buscará lo que dejó abandonado y se hará visible. Los cínicos y escépticos disfrutan mejor que nadie de la idea. Plantean que el llamado “Día de la Resurrección” es en realidad la hora de triunfo de la muerte: en ese momento los últimos seres vivientes desaparecerán y el mundo quedará habitado por almas que sólo cuentan con una apariencia transitoria. Añaden que en poco tiempo éstas encontrarán que los cuerpos son un estorbo innecesario y los echarán a un lado de nuevo. El mundo quedará convertido en un enorme cementerio.
Algunos centros científicos rechazan estos enunciados. Se apoyan en avances médicos logrados en sus laboratorios en las últimas décadas, que según afirman les han permitido conquistar un viejo sueño de la humanidad: la aniquilación total del cuerpo. Llevan a cabo congresos periódicos —a los que invitan a la prensa— para explicar sus planteamientos. Los conferenciantes terminan sus charlas con diversas demostraciones, pero hay un elemento común a todas, que las vuelven tediosas: al final cadáveres de variada procedencia son sometidos a procesos de pulverización irrepetibles. Siempre se incluyen presentaciones públicas, en las que se proclama el otorgamiento de una suma exorbitante de dinero, como premio al que sea capaz de encontrar una sola molécula del finado. Los escépticos argumentan que estos actos son simples trucos publicitarios, ya que no se permite la entrada a los que llegan con detectores de partículas propios. Los presentadores responden que las invitaciones controladas y la negativa a permitir el acceso de los que vienen con aparatos no registrados obedecen a motivos de seguridad. Los congresos siempre se acompañan de ferias comerciales, donde se exhiben los últimos adelantos en medios de exterminio corporal. Las ferias despiertan aun más críticas entre los que consideran que tras argumentos académicos tan complejos no hay más que un afán por ganar dinero fácil.
La segunda teoría es una variación de la anterior, pero más pesimista. Las almas desean abandonar los cuerpos pero no pueden. La resurrección es en realidad una vieja maldición: entre alma y cuerpo se desarrollará una lucha eterna y estéril. Sus partidarios se definen a favor del cuerpo y postulan la necesidad de su destrucción total en el momento de la muerte. No basta con su cremación. Los restos deben someterse a una descomposición molecular, que lleve a la división de los átomos en sus partículas primarias. Temen que en última instancia este proceso no es suficiente, que el alma podría perseguir los electrones, protones y neutrones y finalmente lograr la reconstrucción del cuerpo. No obstante, tienen confianza en que la dificultad de la tarea puede llevar a los espíritus —que ellos postulan son vagos por naturaleza— a posponer la tarea y continuar su eternidad en el limbo. No es necesario añadir que la idea tiene una amplia aceptación en los centros de investigación, y que cada vez se dedican más recursos a la utopía de una destrucción total del cuerpo.
Otra propuesta está ganando aceptación entre ciertos círculos teológicos, y es atacada con sorna por los ateos debido al uso de un lenguaje anticuado. Postula que los muertos resucitarán con sus viejos cuerpos llenos de vitalidad. Sin embargo —y pese a su infinita bondad—, El Todopoderoso habrá olvidado actualizarles el alma. No serán más que idiotas en un mundo moderno. Hablarán idiomas incomprensibles. Las ciudades otra vez se verán llenas de vagabundos. Seres perdidos que no entienden de direcciones, incapaces de accionar los modernos medios de transportes, inútiles e improductivos. Para remediar esta situación han propuesto la impresión de una serie de folletos que explican cómo educar a los espíritus.
Los patrocinadores esta última tesis enfrentan dos obstáculos, aunque esperan resolverlos en un futuro cercano: la carencia de viejas impresoras —que permitan la tirada de los folletos en un formato conocido para los que fallecieron hace cientos de años— y la falta de traductores de lenguas muertas.
Mientras tanto, quienes temen la resurrección luchan por alcanzar un refugio seguro, más allá de cementerios y funerarias, y huyen de las ciudades en busca de la paz de los mortales.
Ilustración: Nicolás Lara.
Nicolás Lara ha participado en numerosos recitales de poesía y publicado los poemarios Los versos vienen del sur, Ortografía de la soledad y Beso con lengua. En estos momentos tiene lista para ser publicada una novela y trabaja en otra. Como artista plástico ha presentado numerosas exposiciones personales en Cuba y otros países, obtenido varios premios nacionales e internacionales y sus obras han sido expuestas y/o forman parte de colecciones provadas y públicas en países como Argentina, Alemania, Brazil, Canadá, Costa Rica, Cuba, Eslovaquia, España, Estados Unidos, Francia, Hungría, Inglaterra, Italia, Kuwai, Méjico, Rusia, Suecia y especialmente en la colección Sotheby`s.

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