Dos desgracias hicieron famosa a Annette Kellerman. La primera fue una debilidad congénita en las piernas. La ruina económica paterna conformó la segunda.
Kellerman nació en Sydney, Australia, en 1888. De niña sus piernas apenas podían sostenerla, por lo que caminaba auxiliada por un soporte especial. Comenzó a practicar la natación sin la pasión deportiva y menos aún el estímulo de destacarse, sino buscando un medio para fortalecer unos miembros débiles que le negaban apoyo. Pronto pudo caminar, correr y tomar clases de ballet. A los 10 años había ganado varias competencias nacionales.
Cuando tenía 14, su familia se trasladó a Inglaterra. El cambio no logró mejorar la difícil situación económica del hogar, y al padre le iba cada vez le iba peor en los negocios cuando decidió sacar algún provecho del talento de Annette.
Frederick Kellerman anunció que su hija nadaría 26 millas por el río Támesis, desde Putney hasta Blackwall. Nadie le creyó. Entonces el celo publicitario de Frederick fue más lejos. Afirmó que la adolescente se alimentaría sólo de pan y leche durante el período de preparación antes de la prueba.
Annette nadó, triunfó y se hizo famosa. Durante un tiempo se dedicó a realizar hazañas similares. Sin embargo, nunca logró cruzar el Canal Inglés aunque lo intentó en dos ocasiones. Sólo una conjetura permite asociar estos fracasos con una vocación artística, pero lo cierto es que decidió entonces dedicarse al vaudeville.
Gracias al teatro y a la natación pudo viajar a Estados Unidos. Para mediados de 1907 ya era una sensación en este país.
Como parte de una campaña publicitaria, se presentó en una playa de Boston con el mismo vestuario que usaba a diario en el teatro. La ajustada malla negra dejaba al descubierto piernas, brazos y cuello. Una mujer la vio y llamó a un policía. Fue encerrada y luego llevada ante la corte. Luego regresó a la playa. Ahora llevaba cosida a la malla unas medias del mismo color, unas mangas y un cuello. Nadie pudo detenerla de nuevo, porque su nuevo traje cumplía los requisitos legales. Fue el nacimiento del traje de baño de una sola pieza.
El escándalo no detuvo su fama. Se presentó en diversos escenarios, junto a Charles Chaplin, Al Johnson, Enrico Caruso y Anna Pavlova. Actuó en varias películas silentes. Neptune’s Daughter, Queen of the Sea, Daughter of the Gods y Venus of the South Seas, son los títulos que más se mencionan pero hubo otras. Ninguna tuvo un mayor mérito, salvo los números de ballet acuático en que Kellerman se servía del agua para salvar a la película con su cuerpo. Sólo se conserva Venus of the South Seas, de 1924, que fue su última cinta, donde hay una escena submarina filmada en dos colores.
Daughter of the Gods, de 1916 y dirigida por Herbert Brenon, tuvo un encanto mayor. Annette se mostraba desnuda. Su larga cabellera flotando bajo una cascada. Allí interpretó a una diosa de tal belleza, que al caer en una laguna llena de cocodrilos los convierte en cisnes. Dicen que la figura de la nadadora hacía olvidar la cursilería. Esther Williams llevó su vida al cine en 1952. Million Dollar Mermaid aún puede verse en video y de vez en cuando en algún horario de la televisión nocturna, pero sólo sirve para recordar a Williams y no a Kellerman. Para entonces Annette ya estaba retirada, aunque no moriría hasta la edad de 87 años, en 1975.
Fotografía: Annette Kellerman en Daughter of the Gods.
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